Al hablar de la gestión comunitaria del agua suele pensarse en el acceso y suministro, el cuidado de las fuentes hídricas, el trabajo comunitario y la defensa del derecho humano al agua. Sin embargo, el tema del saneamiento básico muchas veces pasa a un segundo plano a la hora de procurar por sistemas rurales que disminuyan el impacto y la contaminación en las microcuencas.
Es importante recordar que el acceso al suministro de agua y al saneamiento básico son dos aspectos de un mismo derecho. Se hace necesario construir alternativas para vivir en un medio ambiente sano que garantice que todas las personas tengan acceso al agua de manera óptima; lo que supone la necesidad de pensar en procesos comunitarios con alternativas que disminuyan el impacto causado por los usos del agua una vez es usada en las viviendas.
Para dicho propósito existe diversidad de métodos y sistemas que posibilitan el tratamiento de aguas servidas, llamadas comúnmente negras y grises, y que se generan de acuerdo a las particularidades de cada territorio y comunidad. Una de esas alternativas son los humedales artificiales, también llamados biojardineras o biofiltros: sistemas que permiten realizar el tratamiento de las aguas servidas, disminuyendo la contaminación y la proliferación de microorganismos que afectan los ecosistemas acuáticos como receptores de sus efluentes, minimizando la carga orgánica y disminuyendo el riesgo para la salud humana.
Este sistema de depuración del agua es una de las tecnologías alternativas[1] implementadas en tres procesos comunitarios en Antioquia y en Cauca, donde ha sido la misma comunidad, con el acompañamiento de organizaciones sociales, quienes han construido y realizado el mantenimiento de estos humedales artificiales, desde el trabajo comunitario y el interés por generar otras dinámicas en pro del cuidado del agua desde la comunidad.
Los humedales artificiales son sistemas que contienen un pretratamiento integrado por dos trampas de grasa y un filtro con piedras de diferentes tamaños, sobre el cual se siembran plantas semiacuáticas, complementadas con tuberías, que garantizan el flujo de las aguas residuales, simulando la estructura y el funcionamiento de un ecosistema. Las aguas residuales fluyen a través de las trampas de grasa, donde se retienen las grasas, los detergentes y el material grueso. Después pasa al biofiltro y allí se retiene la materia orgánica restante en los intersticios de las piedras y las partículas disueltas son removidas por las plantas.
En Antioquia la iniciativa fue implementada desde el año 2016 gracias al acompañamiento que la Corporación Penca de Sábila hace a los acueductos comunitarios que se abastecen de la microcuenca La Chuscala en el municipio de Copacabana y de la microcuenca María Ignacia en el municipio de Girardota; con el propósito de realizar un proceso de restauración ecológica.
Uno de los principios de la propuesta es comprender que la gestión del acueducto comunitario debe incluir una mirada amplia del territorio, de la microcuenca y sus afluentes desde la parte alta hasta la parte baja. En ese sentido, es necesario realizar acuerdos para garantizar las rondas hídricas y la siembra de árboles nativos, como también crear soluciones de saneamiento básico para las familias que viven en la parte alta de la microcuenca, por encima de la bocatoma del acueducto.
El proceso de restauración de la microcuenca La Chuscala constituyó una alianza entre la escuela y los cinco acueductos comunitarios que tienen relación directa con la quebrada: La Chuscala, La Cuchilla, María Santificadora, Barrio María y José A. Correa. De esta manera se construyeron dos humedales (biojardineras) para tratar las aguas grises provenientes de 20 viviendas. La restauración de esta microcuenca es vital para poder garantizar en el futuro la disponibilidad de agua para las 2.500 familias que se abastecen de los acueductos comunitarios presentes en la zona.
Por otro lado, en el Cauca, existen dos procesos desarrollados por la comunidad y la Universidad del Cauca, donde se implementó el mismo sistema de tratamiento para los residuos líquidos, pero con la particularidad de que no se separan las aguas servidas. Sin embargo, los sistemas han demostrado la misma eficiencia en cuanto a la depuración de microorganismos contaminantes que son perjudiciales para la salud humana.
Por una parte, en la vereda El Líbano del Municipio de Sotará, el biofiltro se implementó como una alternativa para el saneamiento en cinco familias. Pese a que en un principio se planeó de esta manera, el proyecto no previó que en tiempos de cosecha llegarían personas de otros lugares del municipio a trabajar, por lo que el sistema se saturó de materia orgánica en menos de un año. Hoy se realizan los ajustes técnicos teniendo en cuenta el flujo poblacional para poner en funcionamiento nuevamente el sistema.
El segundo proceso también tuvo lugar en Sotará, pero esta vez en la vereda El Molino bajo otras condiciones, ya que aquí se realizó una convocatoria por parte de la Universidad del Cauca para encontrar un lugar que contara con las características necesarias para la viabilidad del biofiltro. Para junio de 2018 se inició su construcción en el hostal El Molino, cerca de la quebrada San Antonio, donde se hicieron una serie de capacitaciones a diversos acueductos comunitarios del municipio con el único fin de dejar capacidad instalada.
Pese a que el biofiltro fue diseñado para cubrir las necesidades de hasta 50 personas correspondientes a la ocupación máxima del hostal, en El Molino permanecen 8 personas que han mantenido el funcionamiento óptimo durante los dos años que lleva, teniendo en cuenta que el mantenimiento y la limpieza son factores importantes para conservar el sistema.
Los humedales artificiales o biofiltros han demostrado ser eficientes en cuanto a la disminución de la contaminación de las aguas residuales domésticas. La implementación de los sistemas ha sido evaluada en trabajos de investigación en los que se ha medido la eficiencia de remoción de coliformes totales y fecales en aguas residuales domésticas. El profesor Juan Pablo Paz, explica que en resultados microbiológicos se obtuvo que la eficiencia en remoción de coliformes totales fue del 97.3%, de coliformes fecales del 77%, eliminación de sólidos suspendidos totales (SST) de 98,6%, siendo esta una variable importante ya que propicia la proliferación de organismos como las bacterias
Es importante realizar monitoreos de forma permanente para evaluar la eficiencia de los sistemas, dado que son estructuras que se han venido ajustando a diversas particularidades de las zonas de trabajo, y su efectividad depende del seguimiento y ajustes que viene realizando tanto la Corporación Penca de Sábila como la Universidad del Cauca junto a las organizaciones comunitarias, familias y actores involucrados, evidenciando hasta el momento su efectividad en la reducción del impacto contaminante de los efluentes del sistema en el agua que retorna a su cauce.
Procesos comunitarios como estos, que tienen como fin entablar otras maneras de relacionamiento con los bienes comunes de la naturaleza y con los mismos vecinos mediante la construcción y prueba de alternativas tecnológicas, permiten gestionar el impacto de la vida humana favoreciendo la restauración ecológica de las microcuencas abastecedoras, al mismo tiempo que se convierten en experiencias de referencia en cuanto a la apropiación que tiene la comunidad de la conservación y la restauración de los ecosistemas.
[1] Esta alternativa al saneamiento en la ruralidad se encuentra considerada en el Decreto 1898 de 2018 como complemento a los sistemas convencionales de saneamiento rural. No obstante, reiteramos nuestra alerta y crítica a las consecuencias sobre la permanencia de la gestión comunitaria del agua en este decreto. Ver: https://redacueductoscomunitarios.co/noticias/el-decreto-1898-no-fortalece-la-gestion-comunitaria-del-agua-y-la-amenaza/