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Nuestro V Encuentro Nacional de Acueductos Comunitarios, aguas para la paz se realiza en condiciones especiales. Arrecia la aplicación de normativas que buscan privatizar el servicio de agua y saneamiento básico en Colombia y amenazan la gestión comunitaria del agua realizada históricamente por las comunidades organizadas de acueductos comunitarios. Se desconoce la autogestión comunitaria del agua como entramado comunitario que ha garantizado el acceso y suministro a la población campesina, indígena y popular de Colombia mediante la cooperación, la ayuda mutua, la minga, el convite, la mano cambiada, que son las formas de denominar esa singular manera de construir dignidad, calidad de vida, buen vivir, territorios e identidad.

La legitimidad de la gestión comunitaria del agua está dada por la confianza que se construye alrededor del manejo colectivo de este preciado bien común. Mediante acuerdos y reglas se resuelven conflictos de manera cotidiana y se hace convivencia alrededor de la fuente de agua que nos garantiza la vida y cooperamos cuidando la organización, el agua y el territorio. Desde siempre hemos accedido al agua de manera familiar, colectiva, comunitaria y esas construcciones colectivas, esa manera de ser y actuar, nos la quieren arrebatar a nombre de “la transformación empresarial” del sector de agua y saneamiento. Nos hablan de mercados regionales, de grandes empresas, de zonas de servicio exclusivo, y dicen que somos ineficaces, insostenibles, dispersos en el territorio, en fin, nos nombran para desconocernos y poder entregar el acceso y suministro de agua a los negociantes privados.

Estas políticas de privatizaciones se desarrollan e impulsan con recursos y por mandato del Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, y en nuestra región por el Banco Interamericano de Desarrollo –BID- y los gobiernos neoliberales asociados a las corporaciones privadas que han logrado colonizar el sector público imponiendo las normas del sector privado. Pese al concreto y generoso marco internacional y nacional que reconoce el acceso y suministro al agua y la participación de las comunidades en su gestión como derechos humanos, los modelos de gestión comunitaria continúan invisibilizados, sujetos a un trato discriminatorio que atenta contra los derechos fundamentales de asociación, reconocimiento a la personalidad jurídica, a la autonomía, promoción, fortalecimiento, participación y agua en condiciones dignas y justas.

Somos también alternativas a la situación climática generada por la explotación sin límites de la naturaleza que ha llevado a cambios extremos del clima y a la contaminación de la atmósfera, las aguas, la tierra. La gestión comunitaria del agua mitiga estos efectos cuando conservamos los nacimientos y reforestamos con especies nativas, cuando cuidamos la cuenca y manejamos los desechos y las basuras, cuando nos reunimos para resolver los problemas del agua y el territorio.

De allí la importancia de reunirnos para seguir conversando sobre lo que nos pasa, para comprender estas políticas de privatización de las fuentes de agua y del servicio de agua que amenazan nuestra pervivencia en los territorios, nuestras culturas y nuestras maneras de producir, de vivir. Se amenaza también la biodiversidad, todas las formas de vida y la paz.

Cómo podemos hablar de paz cuando en el fondo hay una disputa por la naturaleza. No entendemos cómo se habla de paz sin comprender el respeto por la vida, por nuestras formas de vida y la de todas las especies. La imposición de un modelo extractivista acelerado ha entregado nuestros territorios a la exploración y la explotación minera de grandes compañías transnacionales; ha impuesto megaproyectos hidroeléctricos que desterritorializan a la gente, la desplazan y destruyen los ecosistemas; ha permitido el cultivo de grandes extensiones de sembrados para agrocombustibles a nombre de la producción “limpia” que crecen donde antes hubo economía familiar campesina; y ha promovido la explotación de hidrocarburos ahora con técnicas más nefastas como el fracking.

Nosotros sí sabemos de paz. Siempre hemos construido colectivamente, hemos resuelto los conflictos mediante reglas comunitarias que se acuerdan en asambleas, hemos logrado ser y hacer en nuestros territorios con el agua como fuente de vida. No entendemos la paz sin la naturaleza y sin nosotros, hombres y mujeres del agua. El retorno de nuestras comunidades a los territorios siempre tendrá las fuentes de agua como la condición primera para la reconstrucción de los tejidos comunitarios que desbarata la violencia.

El agua es la vida y sin ella es imposible una paz duradera, que también es la paz con la naturaleza. Nuestro aporte a la paz y a la justicia climática somos nosotros organizados en asociaciones y redes, haciendo con nuestra cooperación justicia ambiental y social. El V Encuentro se propone por estas razones, valorar las amenazas que se ciernen sobre las fuentes de agua y sobre la gestión comunitaria del agua, reconocer nuestras resistencias y alternativas, acordar nuestra ley propia, nuestras propuestas para que no se nos desconozca más, nuestra agenda nacional e internacional para la defensa de la Gestión Comunitaria del Agua en Colombia.

Este Encuentro también es un acto de solidaridad con las comunidades organizadas de nuestra región anfitriona, la Orinoquía, que se defienden ante la intervención de la industria petrolera, minera, agroindustrial, de plantaciones y de hidroeléctricas que afectan directa e indirectamente el acceso al agua y la Gestión Comunitaria del Agua en la región.

Sin agua no hay vida y sin ella no se puede hablar de derechos, justicia, paz y democracia.